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¿Quién será la próxima estrella del deporte mundial? ¿De qué país será? Son las preguntas más formuladas por los agentes y dueños de equipos importantes, que siempre están a la búsqueda de nuevos talentos.

Por: Manuel Díaz Bultrón | Especialista  en Derecho Deportivo

Cuando hablamos de nuevos talentos tenemos que tener en cuenta dos cosas: el país de nacimiento y la edad. Ya que en su mayoría los nuevos talentos son menores de edad.

Si el joven atleta es mayor de 18 años de edad tiene toda la capacidad legal para adquirir obligaciones, firmar contratos y salir de su país de origen sin mayores problemas. Pero como ya he mencionado, la mayoría de las veces los talentos son captados desde muy niños y ahí es donde inician los inconvenientes.

Históricamente, el traslado de atletas menores de edad ha sido un serio problema de carácter social que aún en la actualidad se ve. Consiste en prometerle a un joven ciertas condiciones y garantías para que acepte movilizarse a otro país (y en muchos casos continente), que por lo general es un país europeo, y una vez llegado a dicho país,  el jugador no satisface las expectativas puestas en él por el equipo en cuanto a su rendimiento deportivo, y como una vez descartado se convierte en una carga y ya no es atractivo para nadie, es abandonado a su suerte sin comida ni lugar para dormir, convirtiéndose en un indocumentado y en una potencial carga social. Este tipo de situaciones suelen suceder más frecuentemente con jóvenes africanos y algunos sudamericanos.

Debido a este problema, la FIFA ha sido uno de los organismos internacionales que ha reglamentado la movilización o traspaso de los menores de edad, combatiendo de este modo el gran problema social que acosa a los jóvenes con esperanzas de cumplir sus sueños.

Uno de los principios fundamentales de la FIFA es la «Protección de los Menores», y está presente en el Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores, precisamente en los artículos 19 y 19bis.

Este principio consiste básicamente en prohibir las transferencias internacionales de jugadores menores de 18 años, pero obviamente tiene sus excepciones:

a.    El traslado de los padres del jugador por motivos no relacionados con el futbol. Es decir, que si los padres del jugador tienen que mudarse a un país por motivos no relacionados con el futbol, como por ejemplo, motivos laborales, y que el chico tenga, obviamente, que mudarse con sus padres.

b.    Si un joven vive a 50 kilómetros de una frontera y el club que lo quiera adquirir también se encuentre a 50 kilómetros del otro lado de la frontera, es decir que se autoriza la inscripción de un jugador menor en un club extranjero solo si vive a menos de 100 Kilómetros del domicilio del club extranjero que lo registra.

Solo dentro del territorio europeo se permite la transferencia de jugadores de 16 y 17 años, pero los clubes que los adquieran deberán cumplir con unos estrictos requisitos para que se autorice dicha operación.

Existen muchas figuras que interfieren en los traspasos, pero indudablemente son los agentes los que tienen más injerencia en los mismos. El interés de ellos, lógicamente, es representar al talento en cuestión y ganarse la comisión pertinente (generalmente la comisión es del 10%). Obviamente el impedimento de traspasar menores al futbol internacional es un punto en contra para los agentes, ya que tendrán que esperar hasta que cumplan 18 años para poder hacer efectiva las transferencias.

Hace algunos años la reglamentación en cuanto a la protección del menor era menos estricta y era más común ver casos de menores en clubes grandes a corta edad.

Uno de los tantos casos de jugadores que dieron el salto al futbol europeo es Lionel Messi. Que inicialmente fue a Europa a cumplir con un tratamiento médico y termino siendo lo que es hoy en día.

Lo más sorprendente de toda esta historia es que el contrato de promesa de compra de Messi se realizó en una servilleta de papel, ya que en su momento el padre de Lionel estaba desesperado por ayudar a su hijo a que le aplicaran el tratamiento para crecer, y si en ese momento Carles Rexach (entonces Director Deportivo del Barcelona) no hacia algo para calmar al padre de Lionel, se hubiese ido a otro club a encontrar una respuesta. En ese entonces Messi tenía solo 13 años, y a los 18 años ya tenía una clausula de recisión de 150 millones de dólares.