Por: Fernando Revuelta

Maratonista

Atleta Brooks

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Foto: dreamstime

Hay una famosa frase que dice que “para atrás ni para coger impulso”, con el significado de que siempre debemos enfocarnos en crecer y avanzar sin caer en el desánimo que nos pudieran provocar situaciones adversas de nuestro entorno. Llevada al mundo del deporte, esta frase tiene una excepción cuando nos referimos al retro running, una modalidad que con el tiempo ha ido tomando fuerza entre deportistas que la han adoptado como un método complementario de sus entrenamientos tradicionales, e inclusive, como una alternativa al modo usual de correr en el mismo sentido que el de nuestra visión.

Desde hace varias décadas algunos deportistas de diferentes modalidades como: fútbol, baloncesto, tenis, y por supuesto corredores, incorporaron por costumbre en sus entrenamientos al aire libre y en gimnasio, algunas rectas o diagonales corriendo de espaldas, como una forma de ejercitar los músculos de una manera diferente a la usual. Algunos de ellos sintieron con el paso del tiempo que cada vez disfrutaban más corriendo de este modo, y comenzaron a agruparse y organizar eventos específicos. Así es que surge a partir del 2005 el retro running en Europa como una disciplina independiente, principalmente en Alemania, Austria e Italia, expandiéndose rápidamente a otros continentes y países como Japón y Estados Unidos. Inclusive se celebran Campeonatos del Mundo de la especialidad con distancia hasta media maratón.

¿CÓMO SE PRACTICA?

La principal característica y casi única regla del retro running es que las puntas de los pies de los corredores deben señalar el sentido contrario al de la marcha. Ello supone de inicio una obvia dificultad, ya que al ir de espaldas los corredores no pueden ver a las personas ni los obstáculos que se encuentran en su camino, con excepción de los eventuales giros que cada cierto tiempo puedan hacer con la cabeza. En el retro running el eje corporal se debe mantener inclinado del mismo modo que cuando se corre de manera normal y simulando el mismo braceo, aunque el torso y las caderas por lo general tienden a sufrir un movimiento de rotación mayor. Respecto de la zancada, lo más eficiente resulta aterrizar con las punteras de las zapatillas, para luego apoyar el metatarso. Hay atletas, sobre todo los de velocidad, que casi nunca llegan a apoyar el talón. Las zapatillas indicadas para esta modalidad serían aquellas que siguen la tendencia del natural running, en las cuales casi no hay diferencia de inclinación entre el talón y la puntera.

En el retro running sufrir una caída es un riesgo real, tanto por un desequilibrio al impactar con un obstáculo o defecto del terreno, como  también por calambres debido al agotamiento muscular. El miedo a sufrir un accidente es el principal motivo por el que muchos corredores no gustan de esta modalidad. Antes de comenzar a correr de espaldas es recomendable practicar la caminata hacía atrás, hasta que se tenga un cierto grado de soltura y confianza. Luego se pueden ir intercalando en las corridas habituales pequeños tramos de carrera de espalda, ir aumentando de forma progresiva su duración a cinco o diez minutos, y de igual modo ir ganando en velocidad. Una manera de integrar el retro running a nuestros entrenamientos es realizar trotes cortos de frente, de espalda y laterales a ambos lados, con el objetivo de obligar a las articulaciones y musculatura de nuestro cuerpo a trabajar en todas las direcciones.

El mejor sitio para realizar retro running es una pista de atletismo cerrada, ya que en ella el piso es firme y homogéneo, no hay posibilidad de atropello con vehículos o bicicletas y las líneas que delimitan las calles sirven de guía para no chocar contra otros corredores. También son adecuados carriles específicos para caminantes a horas en las que no haya casi afluencia de público, siempre que el firme sea asfalto o concreto en buenas condiciones. Algunos deportistas de la modalidad suelen entrenar acompañados por otros atletas o ciclistas que van en el sentido habitual de la marcha, los cuales sirven de protección y actúan como los segundos ojos del corredor. En cuanto al perfil, se recomienda que el mismo sea plano o en todo caso con pendiente ascendente, lo que contribuirá a ralentizar nuestra velocidad. Realizar retro running en bajadas es mucho más complicado y peligroso, indicado solo para corredores muy experimentados. Un enorme riesgo tiene también la práctica del retro running en caminadora o tapiz rodante dentro de un gimnasio, ya que las caídas pueden ser de tremenda gravedad.

¿PARA QUÉ SIRVE?

Aunque algunas personas lo califiquen de ejercicio antinatural, sin duda a nadie le deja indiferente ver videos de estos deportistas corriendo hacia atrás a velocidades vertiginosas. Hay consenso casi unánime entre los atletas y técnicos en el sentido de que correr de espalda de manera esporádica como parte de la rutina de entrenamiento tiene efectos beneficiosos. Se cita por ejemplo que esta forma de correr ayuda a fortalecer los músculos antagonistas ubicados en la parte posterior de la pierna, los cuales cuando se corre de forma habitual tienen menor actividad por cuanto solo realizan un movimiento de acompañamiento en sentido opuesto a los principales. También se afirma que correr de espalda produce menos impacto en la rodilla, una de las articulaciones que sufre más durante el gesto de carrera y sobre la que recaen gran número de lesiones. Respecto del gasto de calorías, correr de espalda supone un mayor esfuerzo que hacerlo de frente, y se estima que el consumo energético aumenta en un 30%, circunstancia a tomar en cuenta sobre todo por aquellas personas que asocian la carrera al objetivo de pérdida de peso. Por último, practicando esta forma de correr se potenciaría adicional el equilibrio y la coordinación.