nutricionCuando se trata de reducción de peso, este tipo de alimentación puede ayudar a que el proceso sea más efectivo.

Los carbohidratos son alimentos que, por excelencia, forman parte fundamental de una dieta balanceada y sana. Cuando una dieta tiene predominio de carbohidratos, el cuerpo los utiliza como la principal fuente de energía en lugar de la grasa. Por el contrario, la disminución de carbohidratos en la dieta acelera el uso de la grasa. Esto es debido a que la insulina bloquea la lipólisis (mediante un bloqueo de la lipasa del adipocito) y permite la entrada de glucosa al interior de la célula grasa.

Un aspecto importante a tener en cuenta es el efecto saciante de las dietas bajas en carbohidratos, debido a que las grasas y las proteínas permanecen en el estómago durante un mayor período de tiempo y por lo tanto son capaces de prolongar la sensación de saciedad si se comparan con los carbohidratos.

Además, la colecistoquinina se considera como uno de los más potentes supresores del apetito y esta hormona es estimulada por el consumo de grasas y proteínas pero no por el de carbohidratos.

También, el bajo índice glucémico de las dietas bajas en carbohidratos reduce las fluctuaciones en las concentraciones plasmáticas de glucosa, que son mucho más frecuentes con las dietas altas en carbohidratos.

La dieta baja en carbohidratos ayuda a las personas que tienen resistencia a la insulina, ya que al tener menos glucosa circulando en el cuerpo, la insulina cumple con su papel de transportar la glucosa a la célula para transformarla en energía.

Retroceso
Este tipo de dieta tiene la desventaja que -con el transcurrir el tiempo- la gente tiende a aburrirse de los mismos patrones alimenticios, de tal forma que necesitan un gran esfuerzo personal. Por otro lado, no son sostenibles y quienes las practican vuelven a sus hábitos de mayor consumo de carbohidratos.

La dieta perfecta
Ahora bien ¿qué podemos concluir? ¿cómo sería la dieta perfecta? Sería aquella, entonces, donde el aporte de carbohidratos sea bajo (sin ser eliminados), el aporte de grasa saturadas (malas) sea prácticamente minúsculo y el aporte calórico del grupo proteico sea mayor a los dos anteriores, obteniéndose excelentes resultados como:

  • Disminución de los niveles de colesterol total y LDL (malo).
  • Disminución de los niveles de triglicéridos.
  • Aumento del colesterol HDL (bueno).
  • Disminución de la ansiedad y apetito dado por un mayor aporte proteico en la dieta que disminuye el vaciamiento gástrico, haciéndonos sentir llenos o saciados precozmente. Además, las proteínas juegan un papel fundamental a nivel del sistema nervioso central en la regulación del apetito, disminuyéndolo.

 


 

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