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Hablar de fantasías sexuales es, al menos para mí, donde empieza el punto neural del libido en el hombre y la mujer. Es la excusa perfecta para darle rienda suelta a nuestros deseos más intrínsecos, profundos, e incluso perversos, sin que estemos expuestos a ser cuestionados o reprimidos.

Por: Yaribeth Vásquez

Hasta cierto punto, lo podemos considerar cómplice sexual que nos obliga a recordar, a veces de manera involuntaria, que el sexo va más allá de la mera penetración. Para los más arriesgados que pasan del pensamiento excitante a la recreación, tienen la oportunidad –según expertos en la materia- de experimentar, un momento enriquecedor en pareja.

Quien propone el acto, se siente satisfecho de haber cristalizado su imagen y esto a su vez, conlleva a que el nivel del clímax alcance niveles inexplorables, que llegan a envolver al acompañante. Ahora, antes de pasar al grueso del texto, donde recogeremos parte de los deseos más comunes de hombres y mujeres, es necesario aclarar que estas fantasías son parte de la naturaleza del ser humano.

Reinaldo Araúz, miembro de la Asociación Latinoamericana de Sexología y Educación Sexual, explica que las fantasías de esta índole no son más que rápidos destellos de imágenes sexuales. En otros casos, pueden presentarse de forma más elaborada hasta el punto de provocar orgasmos. “Es una jugada que nos hace la mente, mal podemos reaccionar sintiéndonos mal o cuestionarnos por tener estos pensamientos. La culpa no puede hacerse presente, ni siquiera porque en un momento de intimidad, creemos esos momentos”, puntualizó.

Al decidir llegar a este punto, de concretar la fantasía, hay que tener en cuenta, que una vez se haga realidad se corre el riesgo de que la imagen pierda su efecto estimulante. Sin embargo, no pasará mucho tiempo hasta que la mente idealice otra situación, que muy posiblemente, será más arriesgada e intensa que la que se ejecutó. 

Dicho esto, vale la pena agregar que las fantasías sexuales son comunes tanto en hombres como en mujeres, lo que sí puede variar, es el tipo.

SUEÑOS, DESPIERTOS O DORMIDOS

Por ejemplo, la mayoría de hombres y mujeres, sueñan con tener relaciones sexuales con parejas distintas a la propia. Y hay quienes a esta situación, le agregan la imagen de la pareja que ocupa el rol de un espectador, el cual disfruta lo que ve y lo demuestra masturbándose y excitándose.

Los tríos de dos mujeres y un hombre o viceversa, no dejan de ser una imagen que se cuela en la mente de muchos. En este caso, al hombre le llama la atención tener el control y el poder de satisfacer a dos mujeres que claman por sus dotes.

La mujer, en cambio, tiende a imaginarse que es el centro del deseo, sólo ella es capaz de provocar todo tipo de ardientes pasiones. En definitiva, ella recibe, mientras el hombre ofrece. También se pueden invertir los papeles puesto que hay muchas mujeres que son amantes de las aventuras sadomasoquistas, donde tiene la oportunidad de dominar al hombre, hacerlo sumiso y dócil.

El acto sexual entre mujeres suele ser un plato fuerte para ambos sexos. A la mujer, le seduce la idea de descubrir qué siente estar con alguien de su mismo sexo, pero el hombre, siente que apreciar esta situación en vivo es una especie de ritual que se hace en su nombre. No le interesa participar en primera instancia, porque él tiene el privilegio de disfrutar como dos frutas deseables se dan placer entre sí.

Hacer el amor con novios o novias del pasado siempre resulta ser un tema que excita. Por lo general, se crean situaciones en lugares que nunca han sido visitados y se llevan a cabo actos que incluso podían estar censuradas por aquella persona con la que compartimos en un momento de la vida.

La mujer que vestida provocadoramente, es violada por un apuesto hombre que la intercepta en un callejón oscuro es algo que asalta la mente de algunas.  El tener la oportunidad de provocar, seducir y excitar a una completa desconocida es simplemente una aventura con la que cualquier hombre se quisiera topar estando en un bar, fiesta, partido o al detener su auto frente a un semáforo.

Aunque no lo crean y, aunque muchos hombres se nieguen a aceptarlo, uno de los clímax fantasiosos de los varones es obligar a una mujer a tener sexo. No es una fantasía producto de una mente enferma, más bien, este pensamiento

es promovido por el tipo de condicionamiento cultural masculino recibido, que les obliga a ser agentes activos en toda relación sexual.

Sobre este punto en particular, Araúz comenta que este tipo de fantasías son aquellas que raramente salen del límite del pensamiento. A no ser claro, que el hombre logre recrear la situación con su mujer en un momento de pelea que termina en una placentera noche de pasión.

Las relaciones sexuales donde el acto se concentra en el sexo oral, pero de forma extremadamente entregada, como si fuera la única forma de placer existente, es un deseo que comparten chicos y chicas.

INSOLITOS PERO REALES                         

En mi opinión, las fantasías antes expuestas podrían pasar como normales; sin embargo, hay otras, que considero más extremas. Conversando con amistades me he dado cuenta de fantasías que se orientan en excitar a una mujer acariciándole sus partes sexuales con los dedos de los pies.

También he escuchado fantasías donde la mujer, sentada frente al escritorio de su trabajo, abre un poco sus piernas pensando que un ser imaginario está escondido, arrodillado ante ella provocándole el mejor orgasmo oral que haya experimentado. De esta manera se libera, y al terminar la imagen que a veces logra llevarla al orgasmo, continúa escribiendo en su computador como si nada estuviese pasando.

El regar cera de vela caliente en las partes íntimas del hombre o la mujer, combinados con caricias orales con hielo, en el lugar del dolor, es una fantasía que cumplió una amiga y asegura que fue mucho mejor de lo que se imaginó.  Recoger todas las fantasías sexuales que rondan en la mente de los humanos sería casi imposible. Lo que sí hay que tener presente es que estos se pueden dar en cualquier momento, estando despiertos o dormidos, en el trabajo o en un parque. La única manera de que este acto se vuelva peligroso es sí se convierten en la única formas de llegar al orgasmo o, en su defecto, la persona sienta que los debe realizar por encima de todo, incluso, contra la aprobación de la pareja.